Actualmente la población mexicana carece de una cultura de seguros, lamentablemente no existen las condiciones necesarias para que la prevención sea parte de la conciencia colectiva del mexicano. Un ejemplo claro de la poca penetración del mercado asegurador, es que sólo representa el 2% del PIB, lo cual está muy lejano del porcentaje idóneo.

Por ello es necesario hablar de los tres tipos de economías que sitúan al consumidor:

La primera: es aquella en la que la población no ve sus necesidades básicas satisfechas.

La segunda: es una economía en crecimiento, que si bien satisface las necesidades básicas de las personas, no garantiza una gran demanda de seguros, pero lo positivo es que  ya está en la conciencia colectiva la previsión.

La tercera: es donde están los países desarrollados, en los que la mayoría de la población tiene la solvencia suficiente para asegurarse de la mejor manera.

Los mexicanos nos ubicamos en el segundo tipo de economías descritas, el problema es que los porcentajes de personas con algún tipo de seguro son muy bajos, a pesar de que más de 22.5 millones de personas cuentan con los ingresos necesarios para poder asegurarse. La principal razón de lo anterior es que el mexicano considera al seguro un gasto más no una inversión; lo que no visualiza es que un desembolso fijo mensual, le traerá grandes beneficios en un futuro, lo que resulta todavía más increíble es la falta de prevención, cuando el 75% de la población está expuesta a desastres naturales que han dejaron desamparadas a miles  de personas.

Nadie desea pensar en lo que puede ir mal, pero cuando se trata del manejo de las finanzas personales o familiares es un aspecto importante. 

Los seguros están hechos para cubrir riesgos, entendiéndose por esto la posibilidad de sufrir un daño.

Cuando se es muy joven no se le da mayor importancia. Todo cambia el día que enfermamos y/o cuando se tienen hijos, ya que mientras son pequeños, siempre se tiene la preocupación sobre su manutención y educación  en caso de faltar.

Al día de hoy, solo el 22% de la población adulta en México cuenta con algún tipo de seguro:

Seguro de Vida: 79%

Seguro de Auto: 33%

Seguros de Gastos Médicos: 30%

Seguro para el Retiro: 3%

Seguro Educativo: 1%

Otro indicador del desarrollo del sector en el mundo es la densidad o gasto anual promedio que  una persona destina a adquirir seguros, en Norte América el promedio anual por habitante en gasto de seguros es de 3.800 dólares anuales, mientras que en América Latina solamente gastamos 126 dólares promedio al  año, sin dejar a un lado la diferencia abismal que existe también en los ingresos de ambas poblaciones.

Los principales pretextos para no adquirir un seguro son:

Precio: 41.7% de la población considera que son muy caros.

Falta de información: 19.7% no los conoce y no sabe dónde solicitarlos.

No hay necesidad: 18.8% asegura que no los necesita.

Falta de promoción: mientras que el 8.9% señala que no se los han ofrecido.

Por lo anterior, podemos concluir que el 70% de los mexicanos tiene escasa información o mala percepción del costo de los seguros, por lo que es importante contar con un agente de seguros o asesor que nos ayude a conocer los detalles más relevantes, que nos oriente en cuanto a los productos que maneja cada aseguradora, las ofertas que existen actualmente en el mercado y de acuerdo a esto obtener un plan a la medida.

Regresemos entonces a la pregunta que nos ocupa: ¿Por qué los mexicanos no nos aseguramos? ¿Será por un bajo poder adquisitivo? ¿Será una errónea y baja oferta de productos? Desconocimiento, falta de confianza, o quizá, un nivel bajísimo de conciencia de la población económicamente activa.

Los mexicanos nos sentimos invencibles, creemos que los seguros son un gasto, más que una inversión, no entendemos que con 200 pesos mensuales de gasto podemos tener nuestras casas aseguradas contra cualquier imprevisto. ¿Cómo es eso posible? ¿Después de que vivimos 20 años pagando una hipoteca y de que el 75% de nuestra población, está expuesta a un desastre natural como los que recientemente han azotado a nuestro país, dejando a miles en las calles, sin diferenciar clase social? ¿Porqué no hacemos conciencia de la importancia de proteger nuestra vivienda? ¿Qué hay de nuestra salud? ¿De nuestra vida?

¿Cómo es que todos aquellos que iniciaron su vida laboral después de 1997, no son conscientes de que ya no son responsabilidad del gobierno?  Que alrededor de los 65 años, con 20 años de vida por delante,  dejarán de ser productivos, para convertirse en seres con riesgos cada vez más altos y que al llegar a esa edad, lo único que tendrán serán sus ahorros.

Como mencionado, existen diferentes tipos de seguro, tanto para lo personal hasta para lo profesional, podemos asegurar nuestra vida, salud, mercancía, maquinarias, hasta cosechas.

Ante las consecuencias que genera el cambio climático, como: sequías, granizadas y heladas en el campo mexicano, secretarios de Desarrollo Rural de los estados, solicitaron a la Federación reconsidere su decisión y reactive el Seguro Catastrófico Agrícola cancelado para este 2020.

La falta de este seguro, que también cubre plagas o afectaciones del suelo, tiene a los productores y agricultores con desesperación por la falta de apoyo de la actual administración federal.

El planeta está en una situación delicada y las acciones que tomemos en los siguientes años delinearán nuestro futuro. Hoy tenemos la oportunidad de comenzar a actuar para garantizar nuestro bienestar; por lo que te invitamos a consultar los diferentes tipos de seguros que tenemos para ti en nuestra plataforma de  SistemAgro.

SistemAgro: Tiene como  objetivo crear herramientas de apoyo que hagan más rentable el ciclo completo de la cadena de abasto al estructurar y fortalecer los procesos clave de la industria: comercialización, planificación, producción y administración. Así como la preocupación del bien estar.

Asimismo, te invitamos a unirte a nuestra aplicación de Smattcom en la que productores y distribuidores de productos agroalimentarios pueden comercializar de manera directa, consultar precios de mercados nacionales e internacionales y recibir asesorías especializadas para exportar o importar productos del campo.

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