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Aunque la Economía nos indica que la Hiperinflación sucede generalmente cuando existe un aumento rápido y masivo de la cantidad de dinero que no se encuentra apoyado por crecimiento en la producción de bienes y servicios, es decir, por la mayor impresión de papel moneda, sin sustento en la riqueza de la nación, tal y como ha pasado recientemente en Venezuela y Argentina; no podemos desestimar que en México se esté tratando de controlar la inflación por medio de decretos y acuerdos que tratan de sobreponerse a la dinámica natural de los mercados y de la misma ley de la oferta y demanda.
México registró en octubre del presente año una de las 18 inflaciones de alimentos más pronunciadas entre los miembros de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) durante septiembre. De acuerdo con la entidad, en el mes de septiembre, 32 de los 39 países miembros registraron variaciones de doble dígito en la inflación de alimentos; uno de ellos fue México con una fluctuación de 14.6% anual.
Estos datos se dan en un contexto donde el Gobierno Mexicano ha generado el Paquete contra la inflación y la carestía (PACIC),el cual proponía una serie de políticas para contener la inflación; y más recientemente, el Acuerdo de Apertura Contra la Inflación y la Carestía (APACIC) el cual refuerza esas medidas iniciales pero con el apoyo del sector agroalimentario, con la indicación principal de no encarecer los precios de sus productos alimentarios para el consumidor final.
Como podemos ver con las cifras que más recientemente da a conocer la OCDE, el querer contener la inflación por medio de decretos y acuerdos no es la respuesta a esta situación. Aunado a esto, también existen otros factores y hechos que para el próximo año podrían encarecer los precios de los alimentos en nuestro país.
La reciente presión sobre la Oficina del Representante Comercial de los Estados Unidos (USTR) por parte de los exportadores de maíz de los Estados Unidos ha despertado las alarmas sobre las restricciones supuestamente injustas a sus ventas a México. Afirman que el Acuerdo Estados Unidos-México-Canadá (USMCA) requiere que México apruebe los bienes producidos utilizando biotecnología agrícola; este no es el caso. De hecho, si bien el USMCA establece un proceso para considerar la aprobación de estos bienes, también establece explícitamente que nada en el acuerdo requiere que los países lleguen a ninguna conclusión. Mientras tanto, el gobierno mexicano explora dónde puede comprar maíz que satisfaga sus necesidades, esto puede incluir compras de maíz no transgénico de los Estados Unidos.
Por otra parte, datos del Servicio de Información Agroalimentaria y Pesquera (SIAP) revelan que desde 2000 y hasta el cierre de 2021 la superficie destinada a la siembra de granos básicos, como maíz, frijol, trigo, arroz, café y sorgo, presenta una disminución de 16.8%; en contraste y durante el mismo periodo, la empleada para producir aguacate, agave, cebada, jitomate, frambuesa, fresa y zarzamora se ha disparado 40 por ciento. Estas cifras nos indican el gradual cambio en el uso de la tierra, ya que es más rentable cultivar productos de exportación que cultivar los granos básicos para la mayoría de la población. Las afectaciones de este cambio de rumbo son más visibles en un entorno como el actual, en el que México registra un gasto sin precedente en la adquisición de granos básicos desde el extranjero, encareciendo en alrededor de 15% la canasta básica de alimentos.
Laura Moreno Altamirano, investigadora de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) y autora de Estructura económica, distribución del ingreso, patrones de alimentación y las condiciones nutricionales en México, señala que los datos oficiales muestran que la balanza comercial de los cultivos tradicionales, como maíz, frijol y trigo, se ha vuelto cada vez más deficitaria, lo que denota la dependencia que tiene México con el exterior para ser abastecido, por lo menos respecto a estos tres cultivos.
Hoy los números muestran que México se ha convertido en el principal importador de maíz en el mundo, ya que del total del consumo nacional que es de casi 45 millones de toneladas al año, en el país se producen entre 27 y 28 millones de toneladas y el resto se importa.
Pasemos ahora al rubro de la sanidad. Como resultado de las medidas de austeridad del Gobierno, tanto Senasica como Cofepris no cuentan con el personal, ni recursos necesarios para llevar a cabo su labor de regular y verificar cómo llevan a cabo sus procesos sanitarios. Situación que se agrava drásticamente cuando parte de las últimas políticas contra inflacionarias señalan que ahora los mismos productores de alimentos, tanto nacionales como extranjeros, son los encargados por supervisar la inocuidad y sanidad de los productos alimentarios que colocan en el mercado. Permitir esto dará libre entrada a insumos que pueden crear otras pandemias y enfermedades, vulnerando adicionalmente a los animales y al planeta y, para muestra, recordemos que hace una semana se detectó un caso de gripe aviar en el Estado de México y que ha llevado al sacrificio de miles de aves en todo el país.
Podremos seguir hablando de hechos que refuerzan la postura sobre un drástico aumento de precios de alimentos, tales como el conflicto bélico en Europa, los efectos de la sequía de este mismo año, entre otros; pero algo que poco se ha tratado en los medios son los buenos precios que se están pagando al exportador y, por otra parte, la presión que están sufriendo las tiendas de retail y que afectan directamente a los distribuidores productos agroalimentarios.
Como hemos estado viendo, México sigue teniendo una balanza agroalimentaria con superávit de cinco mil 286 millones de dólares, con exportaciones récord y tendencia al alza según datos de SADER y BANXICO. Aunque las cifras positivas siempre serán bienvenidas, esto implica que en los próximos meses habrá escasez de algunos productos y altos precios en el mercado nacional, tal y como pasó con el limón a principios de este año. Sólo esperemos que la temporada invernal no agrave esta situación.
Y el otro tema del pocos hablan tiene que ver con las grandes cadenas de distribución de alimentos, las cuales sufren los efectos de pactos del gobierno y de la presión mediática que ejerce el mismo gobierno al publicar casi cada semana en cuál tienda sale más cara comprar una canasta básica con base en datos de PROFECO. Para hacer frente a esto, han tenido que castigar a proveedores con costos que no necesariamente reflejan el verdadero valor comercial del producto y, en consecuencia, al agricultor también se le castiga en el precio de su producción. Tal parece que esto es algo que no han considerado en el gobierno.
La respuesta más efectiva siempre será conforme a las reglas de la oferta y demanda y conociendo las necesidades y oportunidades en los mercados, esto se traduce en información sobre lugares y personas que requieren algún producto, es este interés lo que modifica los precios, por lo tanto, tener información de oportunidades comerciales, así como de la variabilidad y tendencia de precios es fundamental para hacer frente a las inflación. Por eso en Smattcom, construimos el marketplace especializado para que tanto compradores mayoristas y productores tengan contacto y negocien directamente. Toda la información de precios de venta es recopilada y se muestra en un Monitor de precios, el cual muestra la información segmentada por calidades, tamaño y mercados.