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El pasado 24 de noviembre de 2025, se registraron movilizaciones en distintos puntos del país protagonizadas por productores agrícolas y transportistas que exigieron soluciones concretas a los problemas que hoy afectan la rentabilidad del campo mexicano.
Aunque los cierres carreteros provocaron retrasos y complicaciones logísticas en varias regiones, el movimiento puso en el centro de la conversación temas fundamentales para el futuro del agro: precios justos, acceso al agua, seguridad en carreteras y estabilidad para la producción y comercialización de alimentos.
Lejos de representar un enfrentamiento político, estas acciones evidencian la necesidad de fortalecer el diálogo entre los distintos actores de la cadena agroalimentaria. El campo mexicano se mantiene en movimiento, demandando condiciones que le permitan seguir siendo motor económico y social del país.
Los participantes de la jornada —entre ellos agricultores, ganaderos y transportistas— señalaron una serie de problemáticas que convergen en un mismo punto: la falta de certidumbre para operar de manera segura y rentable.
Cada día, decenas de camiones que trasladan productos del campo enfrentan robos, extorsiones o pérdidas parciales en carreteras. Estas situaciones, además de poner en riesgo la integridad de los trabajadores, incrementan los costos logísticos y reducen la competitividad de los productores.
Los agricultores piden precios mínimos que cubran los costos de producción, transporte y almacenamiento. Muchos de ellos señalan que los márgenes actuales apenas alcanzan para recuperar la inversión, lo que amenaza la continuidad de su actividad.
La propuesta de reforma a la Ley de Aguas Nacionales encendió las alarmas en el sector. Diversas organizaciones temen que los cambios legales limiten su acceso al recurso o afecten el valor de sus tierras, comprometiendo la viabilidad de los cultivos y la producción en regiones clave.
Las asociaciones agrícolas han pedido mayor representación en las mesas de trabajo con el gobierno, para garantizar que las decisiones que afectan al campo se tomen con base en las realidades productivas de cada región.
El bloqueo del 24 de noviembre no solo generó tráfico y demoras, sino que puso a prueba la resiliencia de la cadena agroalimentaria mexicana.
El agro depende de una red compleja de transporte, distribución, comercialización y financiamiento; cuando un eslabón se interrumpe, los efectos se sienten desde el productor hasta el consumidor final.
Los principales impactos observados incluyen:
Más allá de los efectos inmediatos, la coyuntura evidenció la importancia de contar con tecnología, planeación y sistemas digitales que permitan anticipar riesgos y proteger la comercialización, incluso en contextos adversos.

Cada desafío trae consigo una oportunidad de mejora.
El movimiento del 24 de noviembre deja claro que el futuro del campo depende de la innovación, la coordinación y la confianza entre sus actores.
Para fortalecer la productividad y evitar disrupciones similares, se identifican tres líneas clave:
En momentos difíciles, estamos contigo.
El campo no se detiene, y nosotros tampoco.